lunes, 6 de diciembre de 2021

Límites

Ayer domingo recibí una llamada de mi jefe a las 9:30pm. No me sorprendió. Es usual que escriba o llame fuera del horario laboral, a las horas en las que él considera que uno debe darle explicaciones o ayudarlo a resolver algunas dudas. Debo decir, eso sí, que a mí casi nunca me escribe directamente, muchas veces sus pedidos llegan a través de mi otro jefe o de mi coordinadora. Pero sucede que a partir de hoy, dado que mi coordinadora está de vacaciones, yo me he quedado a cargo. Entonces supongo que eso lo llevó a pensar que yo podía resolver sus dudas. También porque las dudas estaban relacionadas a un proyecto que yo estuve liderando hace poco. En realidad se ha armado todo un escándalo -innecesario en mi opinión- que ya no viene al caso recordar. Solo queda esperar que las cosas se solucionen de la mejor manera posible.

Quería tomar este episodio como excusa para hablar de los límites que a veces deberíamos establecer con ciertas personas. A pesar de que suene como una tarea sencilla -es decir, qué tan difícil podría ser trazar líneas imaginarias con algunas personas y determinar hasta dónde pueden llegar o no- no lo es. A muchos, incluyéndome, nos resulta muy complicado decir NO o marcar el propio territorio. Muchas veces terminamos cediendo o aceptando cosas que no nos gustan solamente porque queremos evitar el conflicto, o no queremos que la otra persona se sienta mal o piense mal de nosotros. Es mi caso y estoy tratando de encontrar la manera de poder hacer eso, porque siento que lo necesito y me evitaría ansiedades y preocupaciones. 

Ayer, después de recibir la llamada de mi jefe, me quedé pensando en cómo podría hacer para establecer límites con él y, en general, con cualquier persona. Los límites precisamente sirven para defendernos y cuidar nuestra salud mental. Esto no quiere decir que andemos a la defensiva frente a todo el mundo, pero sí que tengamos claro hasta dónde podemos tolerar ciertas cosas o a quiénes. Es parte del crecimiento personal y del valor que nos damos a nosotros mismos, porque finalmente estamos tratando de cuidarnos. En ese proceso estoy y seguiré.

viernes, 3 de diciembre de 2021

Ejercicios

Desde hace más o menos tres meses vengo haciendo ejercicios con un amigo y una entrenadora. En realidad, fue él quien me pasó la voz para comenzar a hacer ejercicios juntos, porque le había pagado a una entrenadora y si conseguía a una persona más podía hacernos un descuento. De hecho, él ya había entrenado con ella unos meses el año pasado y me dijo que era muy buena. Y lo es. En cada sesión nos hace trabajar bastante y al terminar siento que realmente he hecho ejercicios. 

Recuerdo que en la primera clase yo estaba algo confiado en que iba a poder hacer los ejercicios sin ninguna dificultad, porque ya venía entrenando (con máquinas) en mi casa. Sin embargo, sucedió todo lo contrario. Estos ejercicios eran diferentes porque, principalmente, involucraban el uso de todo el cuerpo. La primera media hora pude manejarla bien, pero ya para la segunda sentía que me estaba muriendo. Incluso me sentí mareado y tuve que sentarme por un rato. Después de unos minutos, en los que aproveché para hidratarme, pude continuar con la rutina.

Ahora, han pasado tres meses y ya siento que tengo más resistencia y fuerza. También he notado cambios en mi cuerpo y eso me anima a seguir entrenando. Pero, más allá de los cambios físicos que acabo de mencionar, quiero rescatar el hecho de hacer ejercicios y entrenar por el hecho de que también me ha permitido calmar mi ansiedad. Es decir, me di cuenta de que cada vez que hago ejercicios es como si mi mente se pusiera en pausa y solo pienso en lo que estoy haciendo en ese momento. A pesar de que esto lo haya leído muchas veces en internet o incluso me lo hayan dicho, no había tenido la oportunidad de comprobarlo. Quizás se deba al tipo de ejercicios o al espacio en el que hacemos los ejercicios. Cuando iba al gimnasio y hacía ejercicios con máquinas no sentía tanto eso, no sentía que me concentrara tanto probablemente porque tenía el ruido de las máquinas, la música del mismo lugar y las conversaciones de toda la gente. En cambio, estos ejercicios los hacemos al aire libre, en un parque. Entonces eso también debe influir.

En fin, quería hacer esta entrada para resaltar los beneficios o lo positivo que he encontrado en la práctica de estos ejercicios. Debo decir que el hecho de estar haciendo trabajo remoto también me ha permitido aprovechar mejor esas horas que, en otras circunstancias, estaría usando en el transporte público mientras voy a mi trabajo. Así que no estaría mal que alguien más se animara a hacer ejercicio y descubrir, como yo, los beneficios que puede aportar.


jueves, 2 de diciembre de 2021

Estoy aquí

Sí. Sigo viviendo y como dice el título de esta entrada, estoy aquí. Después de 7 años estoy aquí. Es muy loco darse cuenta de que el tiempo puede pasar muy rápido, aunque también creo que es algo de lo que somos conscientes cada día. Siempre estamos diciendo que el día, la semana o el año (justo ahora que estamos por terminar uno) han pasado rápido. Justo hace un rato estuve revisando las entradas de este blog y no podía creer -y aún no lo creo- que hayan pasado diez años y un poco más desde la primera entrada. Sin embargo, debo decir que este blog tiene más años. De hecho, esta versión actual tiene diez años y algo más, pero en realidad el blog fue creado, diría yo, hace trece años. Fue en el 2008 cuando una gran amiga de la universidad, con la que hace unos años no converso, y yo decidimos crear un blog que se llamara "Habla, ¿vas?". Ya no recuerdo en qué contexto nació el nombre ni la idea, pero supongo que en ese momento ambos teníamos la necesidad de expresarnos de alguna manera y en ese momento los blogs estaban en su máximo esplendor. Lo que sí recuerdo es que en ese momento yo escribía bastante, tenía diarios y libretas donde anotaba cosas, trataba de expresar cómo me sentía y hasta escribía poemas (o hacía mi mejor intento). En ese momento me gustaba un chico con el que no había cruzado ninguna palabra porque no me lo habían presentado, y mi vida se reducía a imaginar qué diría o haría cuando lo conociera y a torturarme leyendo las Cartas a Antonio, de César Moro. 

Así que creo que con mi amiga mantuvimos el blog en su versión anterior un año o un poco más y luego, cuando ella dejó la universidad y se fue del país, yo decidí mantenerlo y cambiarle un poco la imagen. Convertirlo en algo así como un diario virtual y contar mi paso por la universidad, con algunas entradas que también reflejaran cómo me sentía y cómo lidiaba con la ansiedad. Por suerte logré superar el malestar físico que me causaba la ansiedad, pero no la ansiedad en sí. Esa todavía se mantiene, aunque ha disminuido con el paso de los años.

En fin, a lo que voy es que han pasado muchos años (y cosas) desde la última vez que escribí una entrada aquí y estoy contento de haber recuperado mi correo. Si estoy aquí de nuevo es porque siento la necesidad de volver a escribir, de contar cosas, de tener control sobre cómo me siento y elegir la manera de expresarlo. Leyendo mis entradas de hace más de diez años me he dado cuenta de cómo he ido cambiando y también de cosas que me gustaban y he ido dejando. Empecé con 21 años y ahora tengo 32. He recorrido bastante camino. Intentaré dar cuenta de lo recorrido en algunas entradas y reflexionar al respecto, pero también hablaré del presente y de cómo me siento, cómo pienso, para que luego de un tiempo cuando vuelva a leer lo que escribí pueda recoger algunas lecciones. Tal y como me ha sucedido hoy.